jueves, 23 de agosto de 2007

Solo vengo a...

Por mera distracción, olvidé mi celular en su auto. Le llame diciendo que pasaría por la tarde a recogerlo. Llegué a esa Institución Gubernamental en la que trabaja, ahí estaba mi celular.

Al entrar noté que un grupo de personas, alrededor de unas 20, amurallaban el mostrador de información, así que con gentileza pedí me permitieran pasar. Escuche a lo lejos -¡Hey, que haga fila como todos! - ¿Era a mi tal recomendación?, la ignoré.

Logré mi cometido. Estaba frente a la señorita del mostrador que con descortés ademán me pregunto ¿Qué quiere?. Antes de emitir palabra alguna, una señora regordeta y sudorosa me dijo furiosa y a salibazo limpio.- ¡Tengo aquí más de dos horas esperando mi turno! - Y algunos murmullos apenas entendibles - ¡yo igual, ya ni la friegan….!-.

Y a mi que chingados me importaba eso – pensé-. – Solo quiero preguntar por alguien - le dije -. No lo hubiera hecho, pues la tan circunferencial señora me lanzo un - ¡me vale madre, yo llegué primero!-.

Creo que mi cara de ¡ay güey, me van a madrear! conmovió a la señorita del módulo quien me pregunto, ya menos brusca - a quién busca- Le dije y me indico el camino.

Ya me dirigía a la oficina y nuevamente la señora, cada vez más regordeta de lo encabronada que estaba, lanzó su troglodita grito. - ¡Lo que hace un trajecito bonito, pinche vieja, te crees muy influyente… corrupta!-. Apresuré el paso, no fuera que se me abalanzara y clavara sus tiburonescos dientes en mi cuello.

Pensé… y eso que solo vengo a recoger mi celular. Entendí a la rabiosa señora, ella solo quería ver a su hijito. ¡Ella no tenía la culpa de la mala atención que se brinda en estas Instituciones Gubernamentales!.

¿Esto pasará a diario en el Tribunal de Menores?

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